Parejas que se reinventan. Que comenzaron siendo dos, se convirtieron en uno para luego volver a ser dos, unidos con hilos invisibles.
Que han entendido de una manera u otra que el amor evoluciona, se transforma, pasa por fases sin que ello implique necesariamente que muere, que se deteriora.
Personas individuales que buscan en el otro un poco de sí mismos y algo de aquello que no son.
Se reinventan cada día, en pequeños detalles, en conversaciones cotidianas, en gustos comunes o en nuevas aficiones. No se rinden, ni se sientan a esperar ser queridos sin más. Tampoco se plantean eso de amarse como una cuestión metódica, asignatura obligatoria para pasar de curso. Les nace de dentro al mirarse en los ojos de quien tienen enfrente. No temen estar solos, pero prefieren que ese hueco en el sofá o en la cama, lo llene alguien con el que los silencios se disfruten tanto como una buena tertulia.
Parejas que no cuelgan su amor en las redes para demostrar que es especial, que después de años juntos aún tienen algo nuevo que decirse, que no son iguales, ni buscan serlo.
Parejas que están en peligro de extinción.