jueves, 24 de marzo de 2011

Una llamada


Un escalofrío recorrió lentamente su espina dorsal. Petrificado con el teléfono en la mano era incapaz de moverse. Al otro lado ya no se escuchaba la voz de nadie, simplemente el sonido monótono y alternante del fin de llamada. Acaso era posible lo que le estaba sucediendo o simplemente era una horrible pesadilla de la que de un momento a otro despertaría sobresaltado en su cama.
Comenzó a sentir náuseas, tenía la impresión de que unas tenazas iban oprimiendo la boca de su estómago. Le costaba respirar y pensó que en unos segundos perdería el sentido y caería al suelo. Quizás eso era lo mejor que le podría pasar en aquel momento, entrar en una fase de inconsciencia y permanecer en ella el tiempo que durase el sufrimiento que se aproximaba.

Su pensamiento lo transportó a aquella playa en los días de final de verano, en las horas en que el sol ya no araña la piel sino que la acaricia suavemente y la brisa del mar transporta el sonido ahogado de las dóciles olas que se arrastran hasta la orilla. Sus pies entrelazados con los de ella mezclándose con la fina arena. Los reflejos en su pelo y su mano apartándolo lentamente para perderse en aquella mirada de ojos negros como un pozo sin fondo.

Volvió súbitamente a la realidad. Seguía sin poder reaccionar. Cómo aceptar que aquel pozo se había cerrado para siempre.

sábado, 19 de marzo de 2011

Libia


Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.

Miguel Hernández

viernes, 18 de marzo de 2011

Sucesos



Otra semana que pasa.
En la radio, Punset hablaba sobre el poder de la mente y cautivaba a oyentes y locutores por igual. En las portadas de los periódicos, lamentablemente Japón seguía siendo una de las principales protagonistas. En mi tierra la lluvia, siempre poco frecuente, se nos aparecía a ratos para deleitarnos con su sinfonía. En el trabajo, los bombones eran sustituidos por fotos y cariño. Y en mis noches, las pesadillas seguirían sin dejarme dormir. Sueños que me roban el sueño, luchas que me agotan incluso cuando descanso. Si mi subconsciente escribiese por mí seguro que sería más productivo para ambos.
Esta semana tampoco hubo desayuno, ni siquiera sin diamantes.
No sirvo para los juegos si desconozco las reglas. No puedo imaginar si me arrancan el pensamiento. Qué será de mí si no consigo coexistir conmigo misma, contigo, con ustedes, sin sentirme culpable por mi manera de pensar, de actuar e incluso de querer.

Regálame un islote de paz donde a veces llueva y haré la mudanza sin pensarlo. Tómame la mano y dime que todo va a salir bien. Te creeré aún a sabiendas de que mientes.

domingo, 13 de marzo de 2011

Vivir


Las noches que pasan sin el descanso necesario para los cuerpos.
Los días que acontecen con la sensación de no ser reales.
Los caminos que se deshacen para volverse a dibujar.
La esperanza que termina dando sentido a lo que somos o anhelamos.
El miedo que nos mantiene alerta y nos recuerda que todavía se puede perder a pesar de la experiencia.
Los besos que sin ser dados se poseen.
Las miradas, confidencias en silencio.
La mano amiga que nos consuela y nos alivia. 
La adolescencia robada y devuelta a modo de retales.
El pensamiento que se vuelve a llenar.
Los sueños rotos reformulados para tener una segunda oportunidad.
El sonido de la lluvia golpeando suavemente los cristales.
El cariño que se adivina en los gestos.
La inquietud de ver llegar la hora...

Razones y consecuencias. Estoy viva. Sigo aquí.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Al final


La ligereza de las cortinas, permitía que la tibia luz entrase a través de ellas, pintando las paredes de un ámbar tenue que invitaba a la tranquilidad y el bienestar.

En la cama, dos cuerpos, uno al lado del otro, separados cada cual en su lugar y sin embargo juntos más allá de lo meramente físico.

Ella lo miró mientras aún dormía, contempló su rostro sereno y se complació en la respiración suave y los movimientos acompasados de su pecho. En el ocaso de sus vidas las dudas hacía mucho tiempo que se habían disipado. Había tomado la decisión correcta cuando escogió estar a su lado, aunque para ello hubo de pasar por largos episodios que la arrojaban de un estado de ánimo a otro sin tregua, experimentando sentimientos en sus estados más primitivos y llevándola incluso a vivir por momentos fuera de la realidad.

Muchas veces se despertaba antes que él simplemente para hacerlo, para deleitarse en la sensación que le provocaba tenerle ahí dormido, posar la mano en su pecho y notar cómo latía el corazón. En alguna ocasión mientras lo hacía las lágrimas resbalaron por sus mejillas calladamente. No era tristeza, no había sollozos, ni lamentos. Eran la expresión física de la paz infinita que sentía por haber llegado al final de sus días, sin el peso que genera el no haber luchado o haber arriesgado por lo que sentía. A su lado tenía la razón y en su corazón la recompensa.

martes, 8 de marzo de 2011

Yo no sé mañana



Atardece, pronto llegará la noche… larga, corta, suficiente o no, todo depende de cómo se viva. Amanecerá, porque al igual que la lluvia, la noche no dura eternamente, el sol vendrá y aún detrás de las nubes sabremos que existe porque su presencia es ineludible.
Así que pequeña, ya verás como más pronto que tarde amanece y aunque la luz del día pueda alumbrar los peores miedos y darle forma a esas oscuras pesadillas, la serenidad florecerá nuevamente y ese equilibrio que tanto ansiamos todos en algún determinado momento será un objetivo conseguido, una meta alcanzada después de una larga carrera. Luchadora innata mantén un pie siempre en la tierra y otro un poco más arriba para tener la perspectiva correcta cuando tengas que enfrentarte a un dilema. ¿Sabes de lo que hablo caracolilla? seguro que sí, pues adelante.
Yo no sé mañana, pero hoy como ayer ha sido un gran día, como los que quedan y los que ya pasaron. Si no vuelvo a saber de ti, ni tú de mí, tu recuerdo alimentará mi sonrisa. Tu legado al menos en mí ya hizo mella.

sábado, 5 de marzo de 2011

Calles


Andaba por calles hechas de sueños. En las ramas de los árboles hacían nido las palabras cuyo canto de mañana llegaba en forma de risas y al emprender el vuelo formaban bandadas de poesías. Atadas a sus muñecas la podrían haber llevado a otro planeta.
De las farolas pendían pensamientos alegres que la brisa mecía suavemente, impregnando con su aroma el limpio cielo donde aún titilaban las últimas y solitarias estrellas. La noche apacible justo antes de ser descubierta dormía en silencio mientras detrás de alguna esquina en forma de divertidas serpentinas aguardaban las sorpresas.

Entretanto ella ya no andaba sino creaba calles hechas de sueños.

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