domingo, 27 de diciembre de 2009

Microrelatos

Los hombres que a mí me gustan no saben llorar – dijo ella mientras le tendía un fino pañuelo de tela para que enjugara sus lágrimas. Él, no podía reprimir los sollozos, sentía su mirada de desprecio clavada en la nuca. Sabía que ante ella siempre debería haberse mostrado fuerte, como el hombre impasible que consiguió conquistarla aquella noche. Pero había pasado tanto desde ese entonces que ya no era ni la sombra de aquel galán. Sutilmente había conseguido reducirlo a aquel ser débil y pusilánime, que ahora trataba inútilmente de controlar su llanto para poder decir “no me abandones”

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