jueves, 10 de febrero de 2011

Madrid

Regreso a casa. Aún quedan días por delante para descansar. Los que dejo atrás han sido mágicos e inolvidables a partes iguales.
En el cuerpo la resaca del cansancio físico. Y en el alma la de sentimientos encontrados, compañías anheladas y sobre todo la serenidad que provoca el saber qué significa la amistad y tener además el privilegio de poder ponerle cara a ese concepto.
He revivido y he descubierto emociones y recuerdos que ahora llevo en mí o en algunas fotografías.

Madrid sigue siendo la misma, sus calles abarrotadas, miradas que no miran, prisas para llegar a la vuelta de la esquina, desconfianza, frío no sólo estacional...
Ahora los e-books sustituyen a los libros en los vagones de los metros, las obras en las calles casi han desaparecido y los inmigrantes dejaron atrás los instrumentos musicales y los amplificadores para pasarse a discursos muy entrenados en los que apelan a la compasión y la solidaridad, valores que en el metro y en la calle se extinguen con el frío aunque los termómetros marquen una máxima de 23ºC...

Madrid siempre será Madrid con su riqueza y su miseria tratando de equilibrar la balanza. Todo un espectáculo para nuestros sentidos.

3 comentarios:

Alber dijo...

Este post ya podría haber sido Donosti, digo yo...

noe dijo...

Dices bien, pero no tenía fotos que me gustaran lo suficiente...y tampoco tengo una gran experiencia en esa tierra...dame tiempo vale?

David dijo...

Cuando entro en un vagón del metro en Madrid, no consigo evitar fijarme en alguna gente e imaginar como son sus vidas, su historia. A veces lo hago en otros lugares, pero ahí dentro casi me parece haber vivido su vida

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