Dice la gente que nadie es imprescindible, en parte llevan razón. Sin embargo existen personas que cuando se van para no volver te dejan un agujero en el alma imposible de llenarse y menos aún de cerrarse.
Ahora, hablamos de ti con más normalidad, como si al caer la tarde fueras a volver de una de tus largas caminatas diarias. Incluso adoptamos algunas de tus costumbres o de tus dichos. Pero sigo sintiendo que con tu partida se fue un trozo de nuestra unidad, aquellos hilos invisibles que nos mantenían unidos y que tú sujetabas firmemente amenazan con romperse y ya no sólo nos faltas tú, sino además ese efecto que conseguías en nosotros con sólo tu presencia.
No voy a prescindir de ti porque me resulta imposible y además no quiero, me aferro a tu recuerdo aunque vaya en contra de lo que dice la gente.