jueves, 25 de noviembre de 2010

Bienvenido


Te lo debía. Hace ya un mes que estás con nosotros y aún no te había dedicado unas palabras de bienvenida.
Como imaginé, eres la luz que todo lo ilumina. Con tan solo verte se me olvidan los problemas cotidianos y ya no escucho el ruido del mundo.
Te acuno en mis brazos y si se abren y me miran tus enormes ojos se me dibuja una sonrisa de absoluta felicidad.
Todo en ti es bello, incluso cuando te arrugas y rompes a llorar sigues siendo bello. Pequeño ser indefenso, ávido de cariño. Es imposible no quererte, no desear protegerte.
No sé si serás tú el que te agarres a nuestra mano para seguir el camino, o seremos nosotros los que desesperados nos aferremos a la tuya para no caer. De momento y sin saberlo a más de uno nos has salvado del desastre. Eres nuestra esperanza, nuestro tesoro.
Bienvenido Himar.

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