Dejé de dar abrazos, dejé de querer sentir cariño y me olvidé de cómo se hacía. Busqué otras maneras de expresarles a los demás que los quería, que eran importantes para mí, para ello hice uso de mi imaginación, cociné, regalé, fotografié, escribí...pero evité el contacto físico y desaprendí lo que todos solemos hacer cuando somos cariñosos.
No fue una elección personal, no me di cuenta hasta que me veía rechazando esos gestos, lo vivido a veces te marca sin darte cuenta. Ojalá no hubiera sido así, sin embargo uno no elige lo que ha de venir, sucede sin más.
Pero siempre he tenido una excepción, los niños, con ellos me resulta natural, casi necesario. Y ahora, existen ciertas personas que sin ser niños, me despiertan ese deseo, abrazarlos es como un bálsamo, como un momento de paz y siento que vuelvo a aprender.
No hay comentarios:
Publicar un comentario