Así
se titula una película que me gusta mucho, tanto que a pesar de la dureza de la
misma, la he visto varias veces.
Y
me he puesto en la piel de la protagonista, pensando qué haría, si supiera que
ya todo se termina. Que apenas quedan días, semanas y luego el fin.
Todos
llegaremos a ese fin, la diferencia está en que a unos se les avisa con antelación
y a otros les coge por sorpresa.
Son
muchas las ocasiones en las que siento que vivo una vida sin mí, una vida en la
que me dejé atrás. Cuando pulsaron el pause, y todo pasó a un segundo plano, cuando
yo dejé de elegir (¿acaso lo hice alguna vez?), cuando el objetivo era mantener
con vida este cuerpo a pesar de todos esos daños colaterales. Cuando me convertí en espectador de mi propia vida.
Y
me pregunto, si habremos de morir, qué escoger, deterioro lento y prolongado
por la infinidad de medicamentos que han pasado y pasan por el cuerpo o
simplemente dejar que la enfermedad siga el curso normal de la misma, porque
quién sabe, a lo mejor se arrepiente y decide por sí sola, dar una tregua y con
ello reanudar esa vida en pause.
No hay comentarios:
Publicar un comentario