sábado, 20 de diciembre de 2014

Mi vida sin mí



Así se titula una película que me gusta mucho, tanto que a pesar de la dureza de la misma, la he visto varias veces.
Y me he puesto en la piel de la protagonista, pensando qué haría, si supiera que ya todo se termina. Que apenas quedan días, semanas y luego el fin.
Todos llegaremos a ese fin, la diferencia está en que a unos se les avisa con antelación y a otros les coge por sorpresa. 

Son muchas las ocasiones en las que siento que vivo una vida sin mí, una vida en la que me dejé atrás. Cuando pulsaron el pause, y todo pasó a un segundo plano, cuando yo dejé de elegir (¿acaso lo hice alguna vez?), cuando el objetivo era mantener con vida este cuerpo a pesar de todos esos daños colaterales. Cuando me convertí en espectador de mi propia vida.

Y me pregunto, si habremos de morir, qué escoger, deterioro lento y prolongado por la infinidad de medicamentos que han pasado y pasan por el cuerpo o simplemente dejar que la enfermedad siga el curso normal de la misma, porque quién sabe, a lo mejor se arrepiente y decide por sí sola, dar una tregua y con ello reanudar esa vida en pause.

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