Llevo la tristeza dentro de mí, metida en una bolsa de tela raída. De este modo, se va escapando lentamente a través del fino tejido, como si de un colador se tratase. Recuerdo que mi abuela usaba un pañal de tela, de los de toda la vida para colar la leche y luego hacer el queso. Y también recuerdo que mi abuelo desayunaba 6 galletas María, ni una más, ni una menos, siempre 6. Ahora ninguno hace estas cosas, y yo voy sintiendo que la tela de mi bolsa está cada vez más gastada, a punto de romperse en jirones, derramando así todo su contenido.
He intentado buscar otro "zurrón" (como el que usaba él cuando salía a pastorear su ganado) antes de que sea tarde y evitar así que la pena me invada al completo, pero lo cierto es que los últimos acontecimientos han acelerado tanto el proceso de deterioro, que empiezo a prepararme para lo peor.
1 comentario:
En esta tristeza que estás sufriendo sólo puedo comprenderte y acompañarte... Un beso.
Publicar un comentario