jueves, 19 de marzo de 2009

Chinijos

Desde siempre, por una razón o por otra, he estado muy relacionada con los niños, esos pequeños seres, pequeños por fuera y grandes por dentro, que pueden despertar en nosotros sentimientos tan contrapuestos como la ternura y la frustración, es verdad, a mí me pasa casi a diario.
Mi trabajo actual se centra en ellos, en ayudarlos de una manera o de otra a superar ciertas dificultades, reconozco que me gusta lo que hago, y mucho, que cuando elegí la carrera lo hice a conciencia y por vocación, lo que no sabía por ese entonces es que además de recibir muchas recompensas personales también iba a pasar por momentos de "delirio", como por ejemplo el de hoy, me encuentro delante de uno de estos peques y no consigo que su cerebro interiorice una mínima secuencia de lo que estoy diciendo, y mira que se esfuerza, él y yo, y pone mil caras extrañas tratando de imitar mi gesto que a juzgar por su cara ya está empezando a rozar las expresiones de uno de los hermanos Calatrava, pero no hay manera, empiezo a respirar profundamente, cogiendo en cada bocanada una pizca de paciencia, sonrío, lo miro, su cara denota expectación, si se lo pido lo intentará otra vez y puede que ésta sí lo consiga, aunque mañana ni se acuerde ¡qué digo mañana! dentro de cinco minutos, pero no importa, lo volvemos a intentar, conseguimos rozar con los dedos el objetivo y yo soy feliz, él también con su punto azul, pero yo más, porque vencimos la dificultad aunque fuese sólo hoy, durante un instante, y a nivel personal eso es una gran victoria que consigue hacerme retornar del delirio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

:-) Pues es un logro que difícilmente se vuelve a repetir cuando ya tienen coche, trabajo y "madurez". Desquicio de gente >_<.

Besos noe.

Dácil dijo...

Tenemos que aprender tanto de ellos!! besotes

Web Stats